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De vuelta en la escuela Davilita

12 de marzo de 2020

Retomando las actividades tras las vacaciones de verano, los voluntarios de Lee para un Niño, visitaron a los niños y niñas de esta escuela de lenguaje ubicada en la comuna de Pedro Aguirre Cerda.


La escuela de Lenguaje Davilita se creó en 2010, con el objetivo de entregar tratamiento específico para que niños y niñas logren superar los trastornos del lenguaje que les fueron diagnosticados, necesidad que hasta entonces no era resuelta por ninguna entidad en la comuna. Hoy, sus dedicadas docentes reciben a cerca de 140 niños y niñas de Pedro Aguirre Cerda, La Cisterna, Lo Espejo, San Miguel y Cerrillos, esforzándose día a día para brindarles un espacio de enseñanza inclusiva que busca estimular competencias, habilidades, intereses, valores y hábitos.

Es en ese contexto que Fundación Itaú decidió visitar una vez a los niños y niñas de esta escuela, en la que los voluntarios de Itaú ya han realizado ocho acciones de mediación lectora. En esta ocasión compartieron con 102 de las jornadas de la mañana y tarde. Como siempre, el entusiasmo y la alegría de todos fueron las emociones que marcaron la visita.

“Llevo 10 meses en el banco y apenas llegué me enteré de la actividad que hace la Fundación y quise participar. Me encanta, porque me conecta con niños que se alegran tanto cuando te ven, les encanta escucharte, están atentos y participativos. Cuando llegamos nos reciben con sonrisas y están tan expectantes por lo que viene. Hacerlos partícipes de la lectura es un juego y ellos siempre responden, preguntan y se entretienen. Definitivamente es una maravillosa actividad, que nos lleva a compartir la imaginación de una bella lectura, con la inocencia de los niños, con amor y felicidad. En mi rol de lectora, trato de transmitirles con emoción lo que se muestra en los libros, con sonidos y movimientos, para que ellos sientan que realmente están ahí y eso los mantiene expectantes y activos”, dice Ximena Labarrera, voluntaria del programa Lee para un Niño desde el año pasado.

Para Rodrigo Pizarro esta acción fue importante: “en lo personal esta visita fue muy especial, por temas de la crisis social y por mi carga de trabajo no había podido asistir a las últimas acciones organizadas por Fundación Itaú, por lo que me sentí feliz de volver a estar con los niños y disfrutar de su curiosidad e inocencia. Definitivamente ir a un jardín y estar con los niños, aunque sea un ratito, es un alimento para el alma, y en lo personal me ayudó a abstraerme de las cosas que están pasando y que nos tienen a todos un poco alterados. Realmente lo pasé muy bien, es una experiencia que volveré a repetir cada vez que se pueda”.

“La experiencia de leer para un niño ha sido total y completamente enriquecedora. Te permite ver el mundo a través de la inocencia y curiosidad propia de los niños. Fue uno de aquellos días en los que puedes volver a ser niño y descubrir junto a ellos lo fascinante de la lectura y permitirte por un momento ser niño otra vez”, comenta la siempre entusiasta Ema Soto.

Por su parte, Diego Gómez, uno de los voluntarios más activos, comentó que “siempre es muy grato participar en alguna actividad con la Fundación. Un día de actividad hace que por más malo que haya sido ese día, se convierta en un día memorable. Estamos mejorando el futuro a través de intervenciones sociales, estamos siendo parte del cambio. Te hace sentir que perteneces al banco, eres la imagen y que es tu oportunidad de transmitir esa imagen al resto, personalmente lo hago en cada llamada que contesto en el contact center, pero siento que esto me llena más”.

 

 

 

Voluntarios jornada de la mañana.

Voluntarios jornada de la tarde.

Sioly

Elizabeth

Grace

Ema

Jeniffer

Marcelo

Ximena

Carolina

Diego