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Lugar: Espacio ArteAbierto, Corporación Cultural de Las Condes – Casa Museo Santa Rosa
Hace 50 años, en julio de 1962 se realizó en el Museo de Arte Contemporáneo la muestra Forma y Espacio, que reunió artistas geométricos de Argentina, Chile y Uruguay. Por nuestro país participaron siete jóvenes artistas que desde 1955 se encontraban congregados bajo el nombre de Rectángulo, un grupo de investigación plástica liderado por Ramón Vergara Grez.
El pintor, que había sido discípulo de Hernán Gazmuri, era oriundo de Mejillones en la Segunda Región y acaso se deba a la inmensidad de la pampa nortina y al despojo absoluto de artificios naturales, que llegó a establecer nuevas dimensiones y maneras de hacer arte. Su fuerte personalidad y compromiso teórico con su obra, permitió que otros nombres de la escena local se unieran a la aventura. Juntos divagaron, discutieron y teorizaron y cubrieron de planos de color el gris permanente del Chile de mediados de siglo.
Desde aquella memorable muestra, el movimiento geométrico se llamó Forma y Espacio y a partir de entonces, ha sido uno de los referentes del arte contemporáneo chileno. Muchos pintores han pasado por él y algunos han decidido continuar camino por separado, sin embargo, la influencia de Vergara Grez es gravitante en la obra de todos ellos, demostrando que la razón puede evolucionar a la par de la emoción humana.
La presente exposición reúne obras generadas por el grupo Forma y Espacio entre fines de los años cincuenta y la década del 70 y rinde un homenaje, a través de una retrospectiva de gabinete, a su fundador, el recientemente fallecido pintor Ramón Vergara Grez. Dada la envergadura del cuerpo de obra, la exhibición se articula en tres centros diferentes conectados geográficamente entre sí: la sala de la Fundación Itaú, las salas de la sede central de la Corporación Cultural de las Condes y la Casa Museo Santa Rosa de Apoquindo.
Las obras que integran la muestra pertenecen a colecciones privadas chilenas y extranjeras. En tanto, la obra de Vergara Grez pertenece al legado de la familia del artista, a la Universidad de Talca y a la Pinacoteca de la Universidad de Concepción.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=»Pintura geomagicométrica. Movimiento Forma y Espacio» font_container=»tag:h3|text_align:left» use_theme_fonts=»yes»][vc_column_text]El arte geométrico como lenguaje simbólico y gráfico de la razón, se remonta a la prehistoria (Cuadrado dividido en nueve cuadros, Lascaux). El cumplimiento de la ley y la norma y el uso del valor concreto de la forma como absoluto, hicieron posible la construcción de las pirámides y el arte egipcio, el arte bizantino y la elevación de las catedrales. El Cubismo francés, el Neoplasticismo holandés, el Constructivismo ruso y la «Bauhaus» alemana, replantearon en nuestro siglo el con¬cepto de arte geométrico. Esta conciencia ordena una tradición universal, en la que también están insertas las grandes culturas precolombinas. Puede y debe ser continuada, pero este propósito no debiera ser confundido con la repetición vacua o copia de las formas del pasado.
Cuando se habla de penetración cultural en América Latina se señala como puerta de acceso, la costa oriental que mira a Europa y África, así como la zona norte de Sudamérica para todo lo que procede del Viejo Mundo y los Estados Unidos de Norteamérica. Dentro de ese espacio, se han construido los grandes puertos y ciudades de Venezuela, Brasil y Argentina. Los países del Atlántico se han visto favorecidos por la proximidad de los grandes centros que han tenido un mayor desarrollo económico y tecnológico, estabilidad social y política. Los artistas que allí practican el arte geométrico, se han informado a través de la importación de las teorías del arte constructivo europeo, que corresponden en última instancia a las profundas transformaciones científicas, sociales y políticas de nuestro siglo.
Las tesis analíticas y abstractas holandesas, suizas y alemanas, conciernen a economías de un mayor desarrollo industrial, urbanístico y arquitectónico. El espíritu que informa esta geometría, apunta a soluciones sintácticas o formales: experimentación con las máquinas y herramientas, materiales nuevos; impersonalidad en la concepción y relación de las medidas y del trato del plano y el volumen; funcionalidad mecánica de las estructuras, etc. Las imágenes plásticas objetivas revelan las relaciones impersonales humanas y la relación económica mercantil, hombre-espacio. Chile vive un auténtico enclaustramiento geográfico. Debido a esto, formamos un grupo humano homogéneo e introvertido, paciente y rebelde al mismo tiempo, con ansias de superarse. En nues¬tro suelo, a las culturas y civilizaciones andinas, organizadas para el consumo y el uso (minería, agricultura y trabajadores), siguieron las civilizaciones del siglo XVI con la conquista española, que nos transportó el concepto de propiedad privada. Esta forma de capitalismo anterior a la industria trasplantó las características sociales, políticas y jurídicas de las regiones más evolucionadas de España, aprovechando y transformando las estructuras vigentes. Actualmente vivimos una econo¬mía pre-industrial y como corresponde en el plano espiritual, una cultura artesanal, mítica, mágica y religiosa. Las ideas estéticas modernas que habían cruzado el Atlántico, llegaban con considera¬ble retraso y se desvirtuaban en el camino. En nuestro territorio, en el subsuelo y en nuestras montañas tenemos culturas precolombinas y vestigios de cultura barroca. Antiguas creencias, si¬tios de peregrinación, ritos precolombinos a los cuales se agrega el santoral y ritual romano. Existen tradiciones, danzas y música andina desde el centro del país a Arica.
Nuestra expresión de arte geométrico es subjetiva. La relación entre las formas que concebimos y entre las formas y el espacio plástico, es efectiva, como son las relaciones entre nuestros hombres y la que existe entre nuestros hombres y nuestra naturale¬za. En la expresión chilena, tal vez se esté produciendo la confluencia de dos conciencias geométricas, la que persigue el símbolo con una mayor vinculación a nuestras raíces étnicas y culturales y la expresión europea que tiene por base el diseño.
El Movimiento Forma y Espacio persigue el orden y la estructura, para acomodar la vida del hombre dentro de un espacio virgen. El campo visual de su experiencia, expresa el espacio inconmensurable metafísico que corresponde a la naturaleza varia y múltiple sudamericana.
A través del ajuste e identidad de los armazones geométricos y haciéndolos coincidir, aspira a dar tes¬timonio también de la nueva tendencia universal que persigue el mejoramiento humano a través del bienestar físico, relacionando economía, tecnología y ecología. Sociedades donde el cumpli¬miento del objetivo supremo material, descuida el cultivo de las facultades y valores superiores del espíritu y en donde la funcionalidad objetiva de su estructura, excluye la presencia de Dios.
La aventura espiritual del Movimiento Forma y Espacio, salvo contadas excepciones, en nuestro medio no ha sido comprendida. Ha contribuido la rigidez conceptual impuesta por los teóricos europeos y norteamericanos, que no han considerado la expresión latinoamericana en su política de internacionalización de la cultura. Debido a esto, se han promovido estereotipos raciales y pre¬juicios culturales. Una visión de la vida humana y del progreso fundamentalmente materialista y elitista.
Toda expresión cultural tiene un parámetro de espacio y de tiempo.
Ramón Vergara-Grez
Exposición Pintura Geomagicométrica. Instituto Chileno Norteamericano de Cultura.
Santiago 1979[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]